Están ahí porque piensan que pueden ayudar a mejorar este mundo, algunos trabajan de sol a sol, soportan presiones constantes, su vida privada es mínima y a menudo sometida a vigilancia, saben que cualquier gesto o palabra será objeto de crítica y sin embargo, arrastran una imagen pésima entre los ciudadanos. ¿Por qué? ¿Cuáles son los factores de esa desafección política? ¿Qué les ha llevado a ser considerados por la sociedad como uno de los problemas del país?
Generalizar siempre es malo, pero
es lo que hacemos todos. Dicho esto, mi más profundo respeto por todas aquellas
personas que han optado por la carrera política; sé que no duermen en un lecho
de rosas.
Dejadme entonces analizar las
razones que llevan a muchas personas a desconfiar de los políticos:
Cada vez tenemos más acceso
a información personal sobre los políticos: sus ingresos, sus gustos, sus
vicios. Eso nos permite compararlos con otras profesiones, y de ahí pueden
venir los primeros agravios.
Aunque trabajen muchas horas -y
sé lo que hacen- su sueldo se paga con dinero público, el sueldo se lo
pagamos los ciudadanos. Y en ese aspecto, somos exigentes porque sabemos lo que
cuesta ganar un euro. Aquí llega otra fuente de agravios.
Muchos, aunque no todos, gozan de
unos privilegios que los ciudadanos somos incapaces de comprender:
¿Porqué obtienen la pensión máxima con pocos años trabajados?, ¿Porqué esas
dietas exageradas que no tienen ni los presidentes de empresas? Ya tenemos una
tercera fuente de agravios.
Un motivo importante, por su reacción
tardía a los problemas que nos afectan. ¿Porqué han tardado 3 años en
aplicarse a sí mismos las medidas anti-crisis? ¿Esperamos a que el país esté en
quiebra técnica para empezar a recortar gastos superfluos? Parece que la alta
política tiene mucho que aprender del mundo de la empresa. Más agravios.
Muchos están donde están por
casualidades del destino, por endogamia partidista, sin tener la formación
ni el mérito que exigen otras profesiones para llegar a ocupar ciertas
responsabilidades. ¿Por qué no se exige un nivel de excelencia para ocupar
altos cargos en política? Otra fuente de agravios.
Muchos optan por cometer el peor
de los pecados en política: la incoherencia. Decir algo el lunes que
desdices el martes. Eso es algo que el ciudadano no perdona. El incumplimiento
de promesas electorales entra en este “pack” de incoherencia. Si un director
general de empresa presenta un plan de crecimiento del 3% en un plan a 3 años y
no se cumple, se plantea su dimisión. En política eso no pasa, y ese agravio
acrecenta la distancia entre política y ciudadanía.
Hablan más que escuchan, lo que
no les ayuda a acercarse a la realidad de los ciudadanos.
Y el que -a mi juicio- es el peor
de todos: El cortoplacismo, esa idea de planificar a solo 3 o 4 años vista,
que es lo que dura un mandato. Ha habido pocos gobiernos que proyectaran obras
de gran alcance, proyectos de 10
a 15 años. No es rentable políticamente, no da votos
inmediatos. Por eso nos encontramos con cambios constantes en leyes que afectan
a la educación de nuestros hijos o a las condiciones para crear empresas.
¿Veredicto final? Suspenso. Hay
pocos políticos -en la primera línea- que superen la nota de 5 en las
valoraciones del CIS.
¿Una receta para cambiar esa
situación? No hay una, hay muchas. Pero citaremos tres.
Para empezar, listas
abiertas, que permitan al ciudadano elegir a la PERSONA , y no al partido.
Eso generaría una una carrera hacia el mérito saludable y acabaría con
endogamias.
Vinular mejor la comunicación
offline con la online, el impacto de las redes sociales es multiplicador cuando
están bien gestionadas.
Y por supuesto, crear, gestionar,
reforzar y transmitir desde MARCAS PERSONALESsólidas. Poner fin al
seguidismo partidista y empezar de una vez a dejar marca propia de lo que se piensa
de cada tema, encaje más o menos con “el aparato”.
http://www.soymimarca.com/a-que-se-debe-la-mala-imagen-de-los-politicos/
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