viernes, 14 de febrero de 2014

¿A qué se debe la mala imagen de los políticos?


Están ahí porque piensan que pueden ayudar a mejorar este mundo, algunos trabajan de sol a sol, soportan presiones constantes, su vida privada es mínima y a menudo sometida a vigilancia, saben que cualquier gesto o palabra será objeto de crítica y sin embargo, arrastran una imagen pésima entre los ciudadanos. ¿Por qué? ¿Cuáles son los factores de esa desafección política? ¿Qué les ha llevado a ser considerados por la sociedad como uno de los problemas del país?
Generalizar siempre es malo, pero es lo que hacemos todos. Dicho esto, mi más profundo respeto por todas aquellas personas que han optado por la carrera política; sé que no duermen en un lecho de rosas.
Dejadme entonces analizar las razones que llevan a muchas personas a desconfiar de los políticos:
Cada vez tenemos más acceso a información personal sobre los políticos: sus ingresos, sus gustos, sus vicios. Eso nos permite compararlos con otras profesiones, y de ahí pueden venir los primeros agravios.
Aunque trabajen muchas horas -y sé lo que hacen- su sueldo se paga con dinero público, el sueldo se lo pagamos los ciudadanos. Y en ese aspecto, somos exigentes porque sabemos lo que cuesta ganar un euro. Aquí llega otra fuente de agravios.
Muchos, aunque no todos, gozan de unos privilegios que los ciudadanos somos incapaces de comprender: ¿Porqué obtienen la pensión máxima con pocos años trabajados?, ¿Porqué esas dietas exageradas que no tienen ni los presidentes de empresas? Ya tenemos una tercera fuente de agravios.
Un motivo importante, por su reacción tardía a los problemas que nos afectan. ¿Porqué han tardado 3 años en aplicarse a sí mismos las medidas anti-crisis? ¿Esperamos a que el país esté en quiebra técnica para empezar a recortar gastos superfluos? Parece que la alta política tiene mucho que aprender del mundo de la empresa. Más agravios.
Muchos están donde están por casualidades del destino, por endogamia partidista, sin tener la formación ni el mérito que exigen otras profesiones para llegar a ocupar ciertas responsabilidades. ¿Por qué no se exige un nivel de excelencia para ocupar altos cargos en política? Otra fuente de agravios.
Muchos optan por cometer el peor de los pecados en política: la incoherencia. Decir algo el lunes que desdices el martes. Eso es algo que el ciudadano no perdona. El incumplimiento de promesas electorales entra en este “pack” de incoherencia. Si un director general de empresa presenta un plan de crecimiento del 3% en un plan a 3 años y no se cumple, se plantea su dimisión. En política eso no pasa, y ese agravio acrecenta la distancia entre política y ciudadanía.
Hablan más que escuchan, lo que no les ayuda a acercarse a la realidad de los ciudadanos.
Y el que -a mi juicio- es el peor de todos: El cortoplacismo, esa idea de planificar a solo 3 o 4 años vista, que es lo que dura un mandato. Ha habido pocos gobiernos que proyectaran obras de gran alcance, proyectos de 10 a 15 años. No es rentable políticamente, no da votos inmediatos. Por eso nos encontramos con cambios constantes en leyes que afectan a la educación de nuestros hijos o a las condiciones para crear empresas.
¿Veredicto final? Suspenso. Hay pocos políticos -en la primera línea- que superen la nota de 5 en las valoraciones del CIS.
¿Una receta para cambiar esa situación? No hay una, hay muchas. Pero citaremos tres.
Para empezar, listas abiertas, que permitan al ciudadano elegir a la PERSONA, y no al partido. Eso generaría una una carrera hacia el mérito saludable y acabaría con endogamias.
Vinular mejor la comunicación offline con la online, el impacto de las redes sociales es multiplicador cuando están bien gestionadas.
Y por supuesto, crear, gestionar, reforzar y transmitir desde MARCAS PERSONALESsólidas. Poner fin al seguidismo partidista y empezar de una vez a dejar marca propia de lo que se piensa de cada tema, encaje más o menos con “el aparato”.


http://www.soymimarca.com/a-que-se-debe-la-mala-imagen-de-los-politicos/

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